La orden de justicia no contradice la orden de combatir
“Invita al camino de tu Señor con sabiduría y buena exhortación. Discute con ellos lo que es mejor.”
(Sura An-Nahl, 16:125).
Pues hay quienes dicen que los versículos del debate y la discusión con los incrédulos han sido abrogados por la aleya de la espada, creyendo que la orden de combatir legislada contradice el debate legislado. Y esto es un error, pues la abrogación solo ocurre cuando el mandato abrogador contradice el mandato abrogado, como la contradicción entre la orden de orientarse hacia la Mezquita Sagrada en la oración frente a la orden de orientarse hacia Bayt al-Maqdis en Siria, o la contradicción entre la obligación del ayuno en Ramadán para el residente y la opción entre ayunar o alimentar a un necesitado cada día, o la contradicción entre la prohibición de transgredir los límites establecidos para los herederos y la orden de testar a favor de los padres y parientes, o la contradicción entre Su orden de abstenernos de combatir y Su orden de combatirlos, como dijo el Altísimo: “¿No has visto a aquellos a quienes se les dijo: ‘Absteneos de combatir, estableced la oración y dad el Zakat’? Pero cuando se les prescribió el combate, un grupo de ellos temió a la gente como se teme a Allah, o con un temor más intenso” (Sura An-Nisa, 4:77). Así, Su orden de combatir abroga Su orden de contener sus manos. En cuanto a Su dicho - Exaltados sea: “Invita al camino de tu Señor con sabiduría, con una buena exhortación y discute con ellos con lo que es mejor” (Sura An-Nahl, 16:125). Y Su dicho: “Y no discutáis con la Gente del Libro sino con lo que es mejor, excepto con aquellos de ellos que oprimen” (Sura Al-Ankabut, 29:46). Esto no contradice la orden de combatirles, sino que la orden de combatir contradice la prohibición de hacerlo y limitarse solo al debate.
Pero cuando es posible combinar el debate ordenado y el combate ordenado, no hay contradicción entre ambos. Y si no se contradicen, sino que es posible combinarlos, entonces no es válido dictaminar la abrogación. Y es sabido que cada uno de ellos beneficia cuando el otro no beneficia, y que emplear ambos es más efectivo para mostrar la guía y la religión verdadera. Esto se aclara mediante varios aspectos:
Primero: Quienes sean de la gente del pacto, el tratado y los protegidos por ellos, no deben ser combatidos con la lucha. Estos están incluidos entre aquellos a quienes Allah ordenó invitarlos y debatir con ellos con lo que es mejor, y no están incluidos entre aquellos que Allah ordenó combatir.
Segundo: Dijo: “Y no debatáis con la Gente del Libro sino de la mejor manera, excepto con aquellos que oprimieron” (Sura Al-Ankabut 46). Así que con el opresor no se ordena debatir con él de la mejor manera. Por lo tanto, quien sea opresor, merecedor del combate y no busque el conocimiento ni la religión, está entre estos opresores con quienes no se debe debatir de la mejor manera. A diferencia de quien busque el conocimiento y la religión sin mostrar opresión, ya sea que su intención sea buscar la guía o que crea estar en la verdad buscando apoyar lo que considera verdadero. En cambio, quien tenga como su intención la obstinación, sabiendo que está en el error y debata acerca de eso, no se nos ordena debatir con él de la mejor manera, aunque podamos refutarlo con otros métodos que expliquen su obstinación, su opresión y su ignorancia, [sino] con un castigo que sea para él acorde a sus acciones.
Tercero: Él - Glorificado y Exaltado sea - dijo: “Y si alguno de los politeístas te pide protección, protégeles hasta que escuche la palabra de Allah. Luego, haz que llegue a su lugar seguro” (Sura At-Tawba 6). Este busca la protección bajo el amparo y es de la gente de la guerra, pero Allah ordenó protegerlo hasta que se establezca la evidencia de Allah sobre él, y luego hacerle llegar a su lugar seguro. Esto está en la Sura Al-Bara'ah que contiene en ella la anulación de los pactos en la aleya de la espada, y mencionó esta aleya en el contexto de la orden de anular los pactos, para aclarar -Glorificado sea Él – que a alguien como éste hay que protegerle hasta que la prueba contra él se establezca. No está permitido combatirle como se combate a quien no busca llegar a la evidencia de Allah [que está] sobre él.
Abd al-Rahman ibn Zayd ibn Aslam dijo: luego “hazlo llegar a su lugar seguro. Si no acepta lo que se le presenta y se le informa, entonces hazlo llegar a su lugar seguro”. Dijo: “Esto no está abrogado”. Y Mujahid dijo: “Quien venga a ti y escuche lo que dices y escuche lo que te ha sido revelado, está a salvo hasta que regrese a ti”. Y ‘Ata’ dijo acerca del hombre de los politeístas que viene a los musulmanes sin un pacto: “Puedes elegir entre permitirle quedarse o hacerlo llegar a su lugar seguro”.
Y Su dicho – Exaltado sea: “Entonces protégele hasta que escuche la palabra de Allah” (Sura At-Tawba 6). Ciertamente se sabe que lo que se pretende es que escuche algo que le permita con ello comprender su significado, pues el objetivo no se cumple con solo escuchar palabras que no permitan con ellas comprender el significado. Por lo que, si no fuera árabe, sería obligatorio traducirle lo que se establece como prueba sobre él. Y si fuera árabe, pero El Corán posee palabras difíciles que no son de su lengua, sería obligatorio explicarle su significado; si escuchó las palabras como las escuchan muchas [personas] de la gente y no comprendió el significado y pidió de nosotros que se lo expliquemos y le aclaremos su significado, nosotros debemos [explicarle] eso a él. Y si nos pregunta una pregunta que proponga un duda sobre Corán, debemos responder como El Profeta (ﷺ) [respondía] cuando se le presentaban algunos politeístas, la gente del Libro o los musulmanes [con] una pregunta que planteaban acerca del Coran. Él solía responder acerca de ello como respondió Ibn Az-Zubayra cuando comparó al Mesías con los dioses de los politeístas y basó la razón de su fundamento en que ellos son adorados y que esto implica que todo el que adoró fuera de Allah será castigado en La Otra Vida. Luego tomó al Mesías como ejemplo de los dioses de los politeístas y los comparó como se compara una rama con la raíz.
Dijo - Exaltado sea: "Y cuando se mencionó al hijo de María como ejemplo, he aquí que tu pueblo se aparta de él. Y dijeron: '¿Nuestros dioses son mejores o él?'. No lo mencionan sino por discutir. ¡Son gente discutidora!'" (Sura Az-Zujruf 57 y 58). Entonces aclaró – Glorificado sea – la diferencia con Su dicho – Exaltado sea: “Ciertamente aquellos para los que decretamos el bien, esos serán alejados de él” (Surah Al-Anbiya 101). Y aclaró que quienes hacen estas comparaciones no lo hacen sino por el solo hecho de disputar. [Una disputa] que no genera conocimiento, porque hay una gran diferencia entre la rama y la raíz. Los ídolos, en verdad, fueron creados para morar en el Infierno, lo cual es humillación y vergüenza para sus adoradores. [Allah] no castiga a quien no merece castigo, pues sería injusto que los siervos rectos de Allah fueran castigados por los pecados de otros. Esto no lo hace Allah – Exaltado sea –, especialmente según la mayoría de los musulmanes y toda la gente de las religiones, tanto de los antepasados como los sucesores, quienes afirman: “Allah no crea ni ordena sino con sabiduría. No oprime a nadie quitándole parte de sus buenas obras, ni le carga con los pecados de otros. Más aún, no castiga a nadie sino después de enviarle un Mensajero”, como dijo - Exaltado sea: “Y quien obre con buenas acciones, y sea creyente, no teme injusticia ni menoscabo” (Sura Ta-Ha 112). Y dijo – Exaltado sea: “Y quien cree en su Señor, no teme pérdida ni opresión” (Sura Al-Jinn 13). Y dijo – Exaltado sea: “¿Acaso se os retribuirá sino lo que solías obrar?” (Sura An-Naml 90). Y dijo - Exaltado sea: “Y no castigamos hasta que enviamos a un Mensajero” (Sura Al-Isra 15).
Entre los musulmanes y seguidores de otras religiones, hay quienes afirman que Allah tiene el poder absoluto sobre todas las cosas, pero que la opresión está fuera de Su capacidad, pues no entra en lo que Él puede hacer. Estos argumentan: “En realidad, solo conocemos lo que Allah hace o no hace a través de una prueba verídica o por tradición establecida”. Sin embargo, la mayoría fundamenta sus posturas con evidencias claras y otras razones sobre lo que es imposible para Allah. Y ciertamente, Allah – Exaltado sea – ha revelado que Sus siervos piadosos morarán en el Paraíso y que no los castigará con el Fuego; más bien, aceptará sus mejores obras y perdonará sus faltas entre los compañeros del Paraíso. ¿Cómo iba a castigarlos, entonces, por los pecados de otros? Esto, a pesar de que Él reprueba sus malas acciones y se las ha prohibido. Y quien afirmó que las palabras 'que' o 'lo que' [ما] se aplicaban al Mesías y omitió la aclaración general, o respondió que la palabra 'que' no incluye excepto lo que no es racional - estos dos argumentos son débiles, como ya se explicó en su lugar. En realidad, los idólatras se opusieron al texto correcto con un argumento corrupto, entonces Allah - Exlatado sea - aclaró la corrupción de su razonamiento y mencionó la diferencia entre el origen y lo derivado. Y así también cuando algunos cristianos objetaron contra Su dicho - Exaltado sea: “¡Oh hermana de Harún!” (Sura María 38). Supusieron de él que este Harún era el Harún, el hermano de Moisés, hijo de Imrán, y que este Imrán era el Imrán, padre de María, madre del Mesías. Entonces, el Profeta (ﷺ) fue preguntado sobre ello. Respondió: “Este Harún no es aquel, sino que ellos solían poner nombres de profetas y justos”. Algunos ignorantes entre los cristianos critican el Corán con algo como esto, sin que este negligente, en su extrema ignorancia, sepa que cualquier persona sabe que entre Moisés y Jesús hubo un período de tiempo extremadamente largo, lo que hace imposible que Moisés y Aarón fueran tíos del Mesías. Y esto no se oculta ni al más simple de los seguidores de Muhammad (ﷺ), mucho menos está oculto al propio Muhammad (ﷺ). Y esta [es] la pregunta de lo que mencionó la gente de Najran, como está registrado que dijo Al-Muguira ibn Shuba: “Me envió el Mensajero de Allah (ﷺ) a la gente de Najran. Dijeron: ‘¿Acaso no recitáis: ‘¡Oh hermana de Harún!’ y verdaderamente sabéis lo que1 hay entre Moisés y Jesús?’. No supe qué responderles, y [tuve que] regresar con el Mensajero de Allah (ﷺ) y le informé. Él dijo: ‘¿Acaso no les informaste que ellos solían poner nombres [tomando] los nombres de los profetas y de los justos anteriores a ellos?’”.
Esta objeción - la misma que utilizan los que atacan el Corán - fue planteada por los incrédulos de Najrán a Mughira ibn Shu'ba, enviado del Mensajero de Allah (ﷺ). Cuando Mughira no supo responder, fue el propio Profeta (ﷺ) quien les dio una respuesta clara. En ningún momento les dijo: “No tenéis más opción que la espada”, ni les acusó de haber roto el pacto, a pesar de que mantenían un pacto con él. Esto ocurrió sabiendo que a Najrán no se enviaron mensajeros mientras estaba vigente la orden de luchar, y que eran los mismos musulmanes quienes solían plantear preguntas difíciles al Profeta (ﷺ), como hizo Umar ibn al-Khattab durante el tratado de Hudaybiyah, cuando cuestionó por qué no entraban a La Meca tras firmar la paz con los idólatras. Y dijo: “¿Acaso no decíais: 'Vendremos a la Casa y la circundaremos'?” Dijo [Umar]: “Sí, ¿acaso te dije que sería este año?” Dijo: “No”. Dijo: “Pues ciertamente llegarás a ella y la circundarás”. De igual forma le respondió Abu Bakr, sin haber escuchado antes la respuesta del Profeta (ﷺ). Y es sabido que el sentido aparente del texto no especificaba aquel año, sino que el preguntador supuso algo que el texto no indicaba. Así también cuando dijo: “A quien se le examine minuciosamente la cuenta, será castigado”, 'Aisha le dijo: “¿Acaso no dijo Allah: 'En cuanto a quien reciba su libro en la diestra, tendrá un cálculo fácil'?” (Al-Inshiqaq 7-8). Entonces respondió que eso se refiere a la exposición [de las obras], y que el examen minucioso conlleva castigo. Y es sabido que el cálculo fácil excluye a quien es examinado detalladamente. Y añadió la aclaración de que la presentación no equivale al interrogatorio pormenorizado. Así también cuando dijo: “No entrará en el Fuego quien juró bajo el árbol”. Hafsa le dijo: “¿Acaso no dijo Allah: 'Ciertamente no hay ninguno de vosotros que no vaya a llegar a él'?” (Sura Maryam 71). Entonces le respondió que Él dijo: “Luego salvaremos a los que temieron a Allah y dejaremos en él a los transgresores de rodillas” (Sura Maryam 72).
Entonces aclaró (ﷺ) que estos son los que entran al Infierno, y esta entrada es la que negó para la gente de Al-Hudaybiyah. En cuanto al paso: es el cruce de la gente sobre el Puente [del Infierno] como lo explicó en el hadiz auténtico relatado por Jabir bin Abdullah. Este cruce no se aplica al nombre de “entrada permanente” con la que son castigados los pecadores y que se niega a los piadosos. Y semejante a esto [hay] mucho.
En cuanto a lo que el Corán menciona de los dichos de los incrédulos, sus argumentos y su refutación, es mucho en extremo, pues Él debate con ellos a veces acerca de la unicidad divina, y a veces sobre la profecía, y a veces sobre la resurrección y a veces sobre las leyes, con los mejores argumentos y los más completos, como dijo - Exaltado sea: “Y dijeron aquellos que rechazaron la fe: '¿Por qué no descendió sobre él el Corán de una única vez?'. Así [lo hicimos] para fortalecer con él tu corazón y lo recitamos con claridad. Y no te presentan ningún argumento sino que te traemos la verdad y la mejor explicación” (Sura Al-Furqan: 32-33).
Y ciertamente informó Allah - Bendito y Alabado sea - acerca de los poseedores de determinación de entre los Mensajeros con el debate de los incrédulos, y dijo - Glorificado sea - sobre el pueblo de Noé: “Y dijeron: '¡Oh Noé! Ciertamente nos has debatido y has abundado en debatirnos'” (Sura Hud: 32). Y dijo acerca del amigo íntimo: “Y disputó con su pueblo. Dijo: '¿Me disputáis acerca de Allah cuando Él me ha guiado?' - hasta Su dicho - 'Y esa es Nuestra prueba que le dimos a Abraham sobre su pueblo. Elevamos grados a quien queremos'” (Sura Al-An'am: 80-83).
Y ordenó - Exaltado sea - a Muhammad (ﷺ) con el debate con lo que es mejor, y censuró - Exaltado sea - a quien discute sin conocimiento o sobre la verdad después que ha sido aclarada y quien discute con la falsedad, entonces dijo - Exaltado sea: “He aquí vosotros, esto habéis disputado en lo que tenéis de él conocimiento, entonces ¿por qué disputáis en lo que no tenéis de él conocimiento? Y Allah sabe y vosotros no sabéis” (Sura Al-Imran: 66). Y dijo - Exaltado sea: “Y te discuten sobre la verdad después de que ha sido aclarada” (Sura Al-Anfal: 6). Y dijo - Exaltado sea: “Y discutieron con falsedad para invalidar con ello la verdad. Entonces los castigamos y ¡cómo fue Mi castigo!” (Sura Gáfir: 5). Y este es el debate mencionado en Su dicho: “No discute sobre los signos de Allah salvo aquellos que rechazaron la fe” (Sura Gáfir: 4).
Y cuando el Profeta (ﷺ) argumentaba con los incrédulos después de la revelación de la orden de combatir, y ciertamente le ordenó Allah - Exaltado sea - que proteja al que busca protección hasta que escuche la palabra de Allah y luego lo lleve a su lugar seguro. Lo que se pretende con esto es transmitirle los mensajes de Allah y establecer la prueba sobre él, y eso puede no lograrse sino con su explicación para él, que se establece con ello la prueba y se responde con ello a la objeción. Entonces es obligatorio aquello con lo que se cumple con el deber. Se conoce así la invalidez de la afirmación de quien creyó que la orden de combatir abroga la orden de debatir absolutamente.
El cuarto aspecto: que al que dice cuando afirma: “La aleya del debate con los incrédulos - u otras de las que se afirma su abrogación - está abrogada por la aleya de la espada”, se le dice: “¿Qué quieres decir con la aleya de la espada? ¿Quieres decir una aleya específica o a todas las aleyas que contienen la orden de combatir?”.
Entonces, si pretende lo primero, su respuesta tendrá dos aspectos:
Uno de ellos: las aleyas que mencionan el combate son numerosas. Por lo tanto, no se puede especificar algunas de ellas.
Y si dice: 'Me refiero a Su dicho – Exaltado sea: "Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, entonces matad a los idólatras donde los encontréis"' (Sura At-Tawba: 5).
Se le dice: 'Esta es sobre el combate contra los idólatras, y ciertamente dijo después acerca del combate contra la gente del Libro: "Combatid a aquellos que no creen en Allah ni en el Día Final, ni prohíben lo que Allah y Su Mensajero prohibieron, ni practican la religión de la verdad, de entre aquellos a quienes les fue dado el Libro, hasta que paguen la jizya de su mano y sean humillados"' (Sura At-Tawba: 29). Y si no hubiera más que una sola aleya de la espada, esta no sería más merecedora que aquella.
Y si dijera: 'En toda aleya se menciona la jizya',
Se le dice: “La Yihad fue legislada en grados. Lo primero que reveló Allah – Exaltado sea – sobre ello fue el permiso, con Su dicho: "Se ha permitido luchar a aquellos que son combatidos porque fueron oprimidos. Ciertamente, Allah es Poderoso para auxiliarles" (Sura Al-Hajj: 39). Muchos de los sabios afirmaron que esta fue la primera aleya revelada sobre la Yihad. Luego, después de esto, fue revelada su obligatoriedad con Su dicho: "Se os ha prescrito el combatir” (Sura Al-Baqarah: 216). Y no fueron ordenados a combatir a quienes buscaron hacer la paz con ellos, sino que dijo: “Pues si se apartan, capturadlos y matadlos donde los encontréis, y no toméis de ellos aliados ni auxiliadores, excepto aquellos que se unen a un pueblo entre vosotros y [entre] ellos hay un pacto, o vienen a vosotros con sus pechos oprimidos de combatir contra vosotros o contra su pueblo. Y si Allah hubiera querido, les habría dado poder sobre vosotros y os habrían combatido. Pero si se apartan de vosotros, no os combaten y os ofrecen la paz, entonces Allah no ha establecido para vosotros un medio contra ellos” (Sura An-Nisá: 89-90).
Y así también, quienes pactaron con ellos no fueron ordenados a combatirlos, aunque la tregua era un acuerdo permitido pero no obligatorio. Luego, Allah reveló en Sura Bara'a la orden de romper los pactos, y ordenó combatir a todos los asociadores. También les ordenó combatir a la Gente del Libro cuando no se islamizaran, hasta que paguen la jizya con sumisión y humillación. No les estaba permitido abandonar su combate, incluso si estos hicieran paz con ellos y pactaran una tregua absoluta, a pesar de la posibilidad de combatirlos.
Entonces, si se dice: “La aleya de la espada que abrogó el debate pacífico es la aleya del permiso”,
Se responde: “La aleya del permiso fue revelada en los primeros días de su llegada a Medina, antes de enviar ninguna expedición. Y ciertamente, después de esto, debatió con los incrédulos”.
Y así también, si se dice: “Las aleyas de la obligación del combate”, se responde como Su dicho: “Se ha prescrito sobre vosotros el combate” (Sura Al-Baqarah: 216). Fue revelada en Al-Baqarah al principio del asunto, antes de Badr. Y se dice: “No hay duda que el Yihad fue obligatorio en el día de Uhud, del Foso, la conquista de Khaybar y La Meca”. Ciertamente, Allah mencionó las aleyas de prescripción del Yihad sobre estos combatientes, como mencionó eso en la Sura de Al-Imran y Al-Ahzab.
Entonces, si se dice: “Sino que la discusión solamente abrogó lo que ordenó combatir a quienes hicieron paz y a quienes no hicieron paz',
Se responde: “Esto es falso. Pues si la discusión fuera incompatible con el Yihad, entonces sería incompatible tanto con su permisión como con su obligación - incluso para los pacíficos. Y si no fuera incompatible con el Yihad, tampoco lo sería la obligación del Yihad sobre los pacíficos, así como no es incompatible con la obligación de combatir a los demás.”
Pues el pacífico puede no discutir y no combatir, y puede discutir y no combatir, así como otros pueden discutir y combatir, o pueden hacer solo una de estas acciones. Cuando se estableció la obligación de combatir al opresor que inicia la lucha, esto no contradijo la posibilidad de debatir con él, pues ciertamente el combate contra quien no inicia la lucha no contradice el discutir con él, y es más apropiado aún en otros casos. Aquel que está más alejado del combate encuentra menor contradicción entre el debate y la acción, en comparación con quien es más beligerante. Esto queda así aclarado.
Aspecto quinto: Se ha mencionado lo abrogado en cuanto al debate, pues el Profeta (ﷺ) en los primeros tiempos fue ordenado a debatir con los incrédulos usando su lengua y no su mano, invitándolos, aconsejándoles y discutiendo con ellos de la mejor manera. Se le ordenó combatir con el Corán un combate grande, como dijo - Exaltado sea - en Sura Al-Furqán: “Y si quisiéramos, habríamos enviado en cada ciudad un advertidor. Pues no obedezcas a los incrédulos y lucha contra ellos con él una lucha grande” (Sura Al-Furqán: 51-52). En ese periodo, se le ordenó abstenerse de combatirlos físicamente debido a su incapacidad y a la de los musulmanes para ello.
Luego, cuando emigró a Medina y tuvo seguidores allí, se le permitió el Yihad. Posteriormente, cuando se fortalecieron, se les prescribió el combate, pero no se les ordenó combatir a quienes habían hecho la paz con ellos, pues no eran capaces de combatir a todos los incrédulos. Finalmente, cuando Allah conquistó La Meca y cesó el combate contra Quraysh - los reyes de los árabes - y llegaron a él las delegaciones de árabes para abrazar el Islam, Allah - Exaltado sea - le ordenó combatir a todos los incrédulos excepto a quienes tenían un pacto temporal, y le mandó romper los pactos absolutos. Así, lo que fue abolido y abrogado fue el dejar de combatir, no el debate.
En cuanto a combatir a los incrédulos con la lengua, esto ha permanecido legislado desde el principio hasta el fin. Pues cuando se legisló combatirlos con la mano, hacerlo con la lengua era aún más meritorio. Ciertamente, el Profeta (ﷺ) dijo: “Combatid a los politeístas con vuestras manos, vuestras lenguas y vuestras riquezas”. Solía colocar para Hassān un púlpito en su mezquita donde este combatía a los politeístas con su lengua mediante sátiras, y esto ocurrió después de la revelación de las aleyas del combate. ¿Dónde está el beneficio de la sátira en comparación con el beneficio de establecer las pruebas y evidencias sobre la veracidad del Islam y refutar los argumentos de los incrédulos, tanto politeístas como Gente del Libro?
Aspecto sexto: Es sabido que el combate solo se legisló por necesidad, pues si la gente hubiera creído mediante las evidencias y los signos, no habría sido necesario el combate. Por lo tanto, aclarar los signos del Islam y sus pruebas es una obligación absoluta y fundamental. En cuanto al Yihad, al estar legislada por necesidad, ¿cómo podría ser esto un impedimento para aquello?
Si se dice: “El Islam ya ha aparecido con sus señales y pruebas, por lo que no queda necesidad de mostrar sus signos, sino que solo se necesita el uso de la espada”,
Se responde: “Es sabido que Allah prometió manifestarlo sobre toda religión mediante una doble manifestación: manifestación de conocimiento y claridad, y manifestación de espada y lanza”, como dijo - Exaltado sea: “Él es Quien envió a Su Mensajero con la guía y la religión verdadera para hacerla prevalecer sobre toda religión, aunque los politeístas [lo] detesten” (Sura As-Saff: 9).
Y ciertamente los sabios han interpretado su predominio con esto y aquello, entendiendo el término “predominio” con ambos aspectos: el predominio de la guía mediante el conocimiento y la claridad, y el predominio de la religión mediante la fuerza y la acción. Allah - Exaltado sea - envió a Su Mensajero con la guía y la religión de la verdad para hacerla predominar sobre toda religión, y es sabido que el predominio del Islam mediante el conocimiento y la claridad precedió a su predominio mediante la fuerza y el combate. Pues el Profeta (ﷺ) permaneció en La Meca trece años, mostrando el Islam mediante el conocimiento, la claridad, los signos y las pruebas, y creyeron en él los emigrantes y los Ansar voluntariamente - sin coerción de la espada - debido a que se manifestaron ante ellos los signos evidentes, las pruebas y los milagros. Solo posteriormente lo hizo predominar con la espada.
Por lo tanto, así como es obligatorio para nosotros combatir a los incrédulos con la espada -tanto ofensiva como defensivamente -, también es obligatorio explicar el Islam y darlo a conocer - tanto preventiva como defensivamente - contra quien lo ataque, empleando el método preferible en cada circunstancia.
Pues la obligación de esto2 antecede a la obligación de aquello3, y su beneficio es previo. Y así como constantemente se requiere el uso de la espada cuando es necesario, igualmente se necesita el conocimiento, la claridad y la demostración lógica - con evidencias del mismo modo contundente que se demuestra con la espada. Este es el verdadero predominio que abarca toda religión, aunque muchos incrédulos no hayan sido sometidos por la espada.
Asimismo, muchas personas no han tenido acceso a sus signos y pruebas, sino que incluso encuentran supuestos defectos en él y presentan argumentos contra su veracidad - sin haber sido sometidos por la espada -, como es el caso de numerosos hipócritas. Por tanto, el combate contra estos debe ser con conocimiento y claridad, no con espada ni lanza. Esto confirma la validez de este principio.
El aspecto séptimo: El combate no es sino contra los opresores, pues quien combate a los musulmanes no es sino un opresor y transgresor. Y a quien le fue establecido la prueba contra él y se opone al Mensaje después que ha quedado claro para él la guía, y siguió otro camino que el de los creyentes, no fue sino un opresor.
En cuanto al debate, ciertamente puede ser con un opresor, ya sea quien ataca a la religión injustamente o ya sea quien se estableció contra él la prueba evidente y se negó a aceptarla. Y puede ser para un buscador que busca la verdad que no le ha llegado, acaso quien ha recibido algunas señales de la profecía de Muhammad (ﷺ) y bendiciones y evidencias de su profecía, pero le opusieron eso a él con dudas que contradicen [las cuestiones], por lo que necesita respuestas a esas objeciones. En el caso de quien busca conocer las evidencias de la profecía de la manera correcta, se aplica lo siguiente: cuando el combate está legislado solo para repeler la agresión del enemigo, entonces el debate -que sirve para contrarrestar dicha agresión intelectual sin recurrir a la violencia- está establecido como el método preferido. Dijo Muyahid: “Y no debatáis con la gente del Libro excepto con lo que es mejor, excepto con los que oprimen de ellos”.
Dijo [Muyahid] acerca de “los que oprimen”: “Quien te combatió y no te dio la yizya”. Y en otra expresión de él se dice: “Aquellos que oprimieron: la gente de la guerra que no pactó, con ellos el debate es con la espada”.
Y en una narración de él dijo: “No combatáis excepto a quien os combatió y no dio la yizya”.
Y en una narración de él se dijo: “Quien de ellos pague la yizya, no digáis a ellos sino el bien”. Y de Muyahid: “excepto con lo que es mejor”, pues si dicen: “mal”, decid: “bien”. Muyahid no considera esto abrogado, y es una opinión de la mayoría de los exégetas.
Dijo Abd Ar-Rahman bin Yazid bin Aslam: “'No debatáis con la Gente del Libro sino con lo que es mejor”, esta norma no está abrogada”. Según Qatada, fue abrogada por la aleya: “Matad a los politeístas donde los encontréis”. Ciertamente, no hay argumento más contundente que la espada. Pero la primera opinión es más correcta, pues se refiere a aquellos que cometieron opresión, y en su caso no hay abrogación. Lo sorprendente es que algunos que rechazan el debate con los incrédulos, alegando que las pruebas de la profecía son evidentes - junto con sus maestros que fundamentan sus argumentos en principios religiosos - pretenden haber establecido las evidencias de la profecía, cuando en realidad han planteado cerca de ochenta dudas y objeciones sobre estas mismas evidencias. Sus respuestas a estas cuestiones especulativas no son adecuadas, sino que más bien refuerzan las dudas de los detractores en lugar de consolidar los fundamentos de la religión. Como ilustraron Al-Ghazali y otros, son como quien golpea un árbol para sacudirlo mientras pretende estar fortaleciéndolo. Muchos de estos líderes, vacilantes en su fe sobre la profecía - aunque este no es el lugar para analizar dicha vacilación - afirman que entre la Gente del Libro han aparecido argumentos que estos mismos teólogos no han podido refutar. Prohíben mostrar las señales y pruebas de Allah que son el objeto de estudio de sus maestros, sin darles su debido valor, ya sea por incapacidad o por negligencia.
El aspecto octavo: Mucha de la Gente del Libro pretenden que Muhammad (ﷺ) y su comunidad establecieron su religión con la espada, no con la guía, el conocimiento y las señales. Entonces, cuando piden conocimiento y debate, se les responde: “No tenéis más respuesta que la espada”, esto confirma su falsa suposición. Y esto constituye uno de los mayores argumentos que esgrimen para afirmar la corrupción del Islam, pretendiendo que no es la religión de un Mensajero enviado por Allah, sino más bien la religión de un rey que la impuso por la fuerza de las armas.
El aspecto noveno: Es sabido que la espada - especialmente la espada de los musulmanes y la Gente del Libro - depende del conocimiento y la prueba. Más aún, la espada de los politeístas depende de sus opiniones y creencias. La espada es del tipo de la acción, y la acción siempre depende del conocimiento y la opinión.
Por tanto, explicar la religión del Islam con conocimiento y aclarar que lo que la contradice es extravío e ignorancia, es afirmar el fundamento de la religión del Islam y refutar el fundamento de otras religiones por las cuales combaten sus seguidores. Cuando se manifiesta su veracidad y la falsedad de las demás, [el interlocutor] será uno de dos hombres:
Un hombre que le queda claro la verdad y la sigue. Este es el objetivo supremo del envío de los Mensajeros.
O un hombre que no la sigue. Este es quien se ha establecido la prueba contra él - ya sea por no haber considerado las señales del Islam o haberlas considerado y conocido pero seguió sus pasiones o fue negligente. Cuando se establece la prueba contra él, es más satisfactorio para Allah y Su Mensajero, más victorioso para la espada del Islam y más humillante para la espada de los incrédulos. Y si se supone que hay entre ellos quien es incapaz de comprender la prueba: si no tiene excusa sin que se establezca la prueba, menos la tendrá cuando se establezca. Y si tiene excusa cuando se establece la prueba, más la tendría cuando no se establece. En ambos casos, establecer la prueba es más victorioso y más excusable. Y ya dijo Allah -Exaltado sea: “Y no castigamos hasta enviar un Mensajero” (Sura Al-Isrá: 15). Y dijo: 'Mensajeros albriciadores y amonestadores para que la gente no tenga argumento contra Allah después de los Mensajeros” (Sura An-Nisá: 165). Y dijo: “Para que sirva de excusa o advertencia” (Sura Al-Mursalát: 5-6).
Y dijo el Profeta (ﷺ): "Nadie ama más las excusas que Allah, y por eso envió a los Mensajeros albriciadores y amonestadores".
1 El tiempo.
2 La difusión mediante pruebas
3 El combate